En algún momento escuché este comentario: «La pachamanca es europea».
Algunos párrafos de la historia humana vienen, en este momento, a mi magín. Surgen con el ímpetu de la música despiadada que hace una gota de agua al caer en lo profundo de una cueva subterránea, esa gota que crea mundos misteriosos en las oquedades de la oscuridad.
Esa música tiene la sutileza de Peer Gynt, la sinfonía del singular Edvar Grieg, la que en este momento suena maravillosamente en mi habitación.
Esa música tiene la potestad de taladrar y continuar esculpiendo las especializadas estructuras esculturales de mis seis huesos auditivos. Los huesos de mi caja auditiva son bailarines que danzan en el proscenio especializado de la música.
El maravilloso desenvolvimiento de las estructuras óseas de mi oído, origina vendavales eléctricos dentro del laberinto auditivo mío. Siguiendo un curso ya previsto, estos vendavales se adentran, convertidos en impulsos nerviosos, hasta las profundidades del neurocráneo mío.
Dos horas durará la metáfora sonora de Peer Gynt en su versión ópera, aunque yo solamente podré escucharla y no verla. Lo ideal es verla y escucharla. Dos horas en las que el sonido se transmutará en sustancias neuroquímicas.
Peer Gint suena maravillosamente. En el cielo, sobre mi habitación, un negro cumulonimbus afloja sus ahitas entrañas. Truena a lo lejos. La música de la lluvia comulga maravillosamente con la del singular Edvar Grieg.
¿La pachamanca es europea? Vuelvo al comentario que algún tiempo atrás hiciera un respetable hombre de la política, en una entrevista a un medio de comunicación muy importante.
Sabemos que la pachamanca es un delicioso plato. La tradición dice que es necesario hacer un hoyo en el piso y cubrir sus paredes con piedras. Luego, dentro de este foso se quema leña hasta que las piedras alcancen un elevado punto de calor. Finalmente, se colocan alimentos crudos y aderezados dentro del hoyo y se tapa. El algunos minutos el calor atrapado en las piedras habrá cocinado los alimentos.
¿Se necesita de una gran genialidad para crear un plato tan simple como la pachamanca? La respuesta es no. La simple complejidad de su preparación la hace accesible a cualquier persona de cualquier lugar del mundo y sin necesidad de comunicación.
En América, específicamente en esta parte del mundo, en Sudamérica, las civilizaciones más antiguas se originaron hace varios miles de años. En todo este tiempo, con sus remanentes de siglos después, ¿no pudieron crear algo tan simple? Las antiguas civilizaciones de África y de Asía, incluidas las europeas y oceánicas, también se originaron hace muchos milenios y en todo este tiempo, lo mismo que en América, han tenido el tiempo de sobra para experimentar con diversas formas de cocinar e incluir en su dieta un producto como el de la pachamanca, aunque no con sus mismos productos.
La pachamanca es un producto universal.
Al igual que el comentario del político peruano, y que sin duda muchas otras personas pregonan, también escuché este otro: «El chullo se originó en el continente europeo y llegó a América con los conquistadores».
Peer Gint, es la belleza sonora de complejos interiores humanos. En el cielo, el negro cumulonimbus por el momento ha decidido enrumbar en una dirección diferente a la que traía. Se va. Por el momento, escurre su enorme corpulencia tras las montañas del poniente ante la exultación de la húmeda tierra primaveral.
Un chullo es una prenda que generalmente suele servir para cubrir parte de la cabeza cuando hace frío. Es un aditamento simple, fácil de fabricar y muy efectivo para contrarrestar los efectos del frío.
La simpleza del chullo, una especie de gorro con orejeras, no necesita, al igual que muchas otras cosas ideadas por los humanos, de una enorme genialidad, es simple, elemental. Si lo miramos bien, duda no hay de que pudo ser fabricado independientemente por todos los grupos humanos que han existido sobre la maravillosa esfera azulina llamada Tierra. |