 |
BURÓ DE POEMA |
|
LAS DOS MÁSCARAS DE UNA CARA: SIMBIOSIS |
|
 |
|
1.- ORTO |
|
2.- SUBMUNDO |
Así fue en el amanecer,
tejiste la vida mía puntada a puntada.
Tus manos, la de la habitual Cloto,
tomaron la historia mía de una biblioteca,
la de un grueso tomo.
La historia mía,
pasó así,
de la letra a la vida.
Láquesis te arrebató el lienzo,
lo colocó en un bastidor
y pintarrajeó a brochazos
la historia que mejor conocía.
Como buena artista
utilizó todos los colores,
los que se pueden ver y los que no;
los que se pueden oír y los que no;
los que se pueden oler y los que no;
los que se pueden saborear y los que no;
los que se pueden palpar y los que no;
los que se pueden pensar y los que no;
los que se pueden amar y los que no;
los que se pueden quemar y los que no;
en fin... todos los colores y los que no.
En una esquina del mismo taller, de la misma casa,
Átropos se aburría de esperar su momento decisivo,
el de signar al final del cuadro.
Tantas cosas hacía mientras tanto,
cosas que si ella se hubiera atrevido a ver
en el lienzo del espejo,
se hubiera visto a sí misma
pintarrajeada con los colores que no son.
Las raíces que tejen la urdimbre de los arbustos y los bosques. |
|
Una fachada,
y más debajo un pórtico
abierto,
que conduce a una larga galería.
En medio de esta galería
los pies sienten el temor de la tierra,
los suspiros ateridos del aire,
y las manos crispadas del agua helada.
Unas gradas,
al final de la galería,
es el largo descenso a la propia casa,
al sótano no conocido;
lo que construimos
pero no nos acordamos que está ahí.
Alguien ya entro allí,
y sacó de sus densas sombras
un gran perro tricéfalo a quién antes encadenó.
Otro alguien fue allí
y salió arrastrando una enorme cabeza
de la que colgaba trenzas de serpientes.
Y otro más volvió de allí
cargando sobre sus hombros
los cuernos ensangrentados de un minotauro
que aplastó en su dédalo.
Hay una laguna allí adentro,
negra como el olvido,
a cuyo corazón,
una isla despiadada,
hay que llegar
remando un pesado bote.
Se entra como esclavo
y se sale como rey.
Pero, ¡ay!, nadie sale.
Lo que puede haber dentro del agua. Un mundo que las horas diluirán.
|
|
|
3.- ESPIRAL |
|
4.- ¡PLIC! |
El hilo que te ha dado Urd,
hoy lo estás desenvolviendo,
un poco cada vez,
un poco cada día.
Ese hilo cuenta una historia,
una epopeya,
el leimotiv de un síndrome llamado mentira.
Ese hilo habla de dolores en los ojos,
dolores en los oídos,
dolores en la lengua,
dolores en la piel.
Dice que hay dolores en lo sonidos,
dolores en las palabras,
dolores en el bullicio,
dolores en el silencio.
Afirma que hay dolores en el aire,
dolores en el agua,
dolores en la tierra,
dolores en el fuego.
Indica que hay dolores en las afirmaciones,
dolores en las negaciones,
dolores en las abstenciones.
Repite que hay dolores en el saber,
dolores en la ignorancia.
Endilga que hay dolores en la vida,
dolores en la muerte.
El otro hilo, el de la joven Verdandi,
tienes que pedirlo,
pero qué difícil es cuando el yugo
de la vieja Urd es todopoderoso.
El síndrome de Urd,
en frente tuyo,
hará huir cualquier sinceridad de tu lado;
no lo esperes mientras tanto,
porque Skuld, ni joven ni vieja,
solo hila con las hebras que le entregas.
Los ojos del tiempo se posan en las cosas. No juzgan, no critican, no opinan, solo observan. Su mirada no envejece, no renueva; las cosas son las que envejecen y se renuevan.
|
|
Un río es un compuesto de miles de corazonadas
que cayeron de una nube puesta en el cielo
por unas manos tan sutiles como la palabra
de un grano de espora.
Gotas ¡sí!,
que saltan cuando se raspa el pedernal
contra la lengua de un gnomo
acostumbrado a beber la joya licuada
en lo profundo de las entrañas
de una palabra roja
como el fuego del crepúsculo.
Grita el tiempo como un elefante
o como una roca viajera por los cielos eternos,
o como una chispa vital
cuando se dispone a romper
sus vínculos con la vida ordinaria
que da sustento
desde la inauguración del infinito.
Vidrio licuado,
cuyas gotas de aguacero salen de ojos
que jamás han llorado lo inútil,
pero que cayendo en moldes humanos
también han tomado alas
tan sutiles como el perdón.
El sonido es una raíz
que entra al duro cascarón del cristal lujoso
para sorber toda su valiosa esencia
de un mar más lejos de Plutón
y habitado por oceánides de la muerte absoluta.
¡Ah!, el sonido tiene que morir
para nacer,
es el incienso que se quema
en un rezo sincero.
Cuando el sonido tensado parte de un corazón con toda la euritmia capaz de convertir la dura roca en alimento. Una caminata puede ser el principio de un viaje al centro de una aventura musical.
|
|
|
5.- DESAYUNO |
|
6.- DESTELLO |
Te has sentado en la orilla
de la rauda corriente de una clepsidra.
Tus pies desnudos en estas aguas
han sentido su calor y su frío,
el de sus horas,
la rápida corriente que calienta,
o la lenta que enfría.
Allí han ido las aves a calmar su sed,
para ellas, la sangre de la clepsidra,
es la linfa que brota
como un espectro multicolor
y que da música a sus picos,
cantos que con cada mañana
han salido de las gargantas de los niños que jugaban
con el polen del tiempo.
Allí, arrastrada por la corriente,
ha ido el crujido del papel escrito
por las patas de un escarabajo
que antes se dio un baño
en la miel azulina de la alegría y,
caminando por los kilómetros de papel,
ha susurrado sinfonías
en todas las lenguas del mundo.
La antara simplemente ha dado la música
a los rápidos y los saltos de agua de la corriente
y tan solo ha susurrado sus anhelos de conos volcánicos
sin los rugidos que el viento conoce
y con ellos ha insuflado vida
en los cordones umbilicales
de los aminoácidos vitales.
Suena, ¡sí!, suena la corriente de la clepsidra
en sus orillas donde cada roca le pertenece
a otro reloj cuya arena bien pudo estancarse
como un chispazo de neurona rebotando de un espejo
o extenderse como un rayo coherente
partido de una piedra preciosa.
En medio de las reliquias de siglos pasados. Mientras los pasos humanos, en su multiplicidad, iban en todas las direcciones de la mañana, otros pasos habían hecho un breve asueto para mirar en el reloj del siguiente momento. |
|
La bisagra esa cuando se abre el portón del Cielo,
chirría sí un buenos días,
o un buenos años,
o un buenos siglos,
o un buenos milenios.
Siempre es al amanecer
y en ese momento la mano callosa del tiempo
se atusa el cabello suyo
que no es otra cosa que palabras manuscritas
con tinta corridas de cada folículo piloso.
Los cabellos esos no son permanentes,
son esas palabras que simplemente se dicen
y caen en las profundidades
del agujero negro de algún oído.
El amanecer inunda con su luz
los vacíos de un ojo cuando ha despertado.
Las horas doradas
son versos manuscritos
en la palma de la mañana.
Cada rayo de luz
es otra palabra manuscrita
por un fotón ondulante
que irá a perderse en el infinito.
Cuando el sol ya ha superado el cenit de la noche. Y cuando toda partícula de aire había explotado en sí misma para convertirse en nebulosa brillante en cada adoquín pulido por los viandantes. Todo ojo, entonces, sentía el glaucoma de la mañana en sus inicios.
Los dardos del horizonte encontraban blanco en los conos y bastones de las esferas ópticas, derribándolos como a simples marionetas. |
|
|
7.- MINUTOS |
|
8.- ENSOÑACIÓN |
Dos caminos horadados en la dura piedra,
por la eroción de los pies;
ambos conducen a la misma cabaña.
Aquel, el antiguo atraviesa un bosque
de viejos árboles
con palabras epífitas colgando de las ramas.
Conduce el camino por puentes
de troncos
en los cuales la intemperie
ha escrito un libro
cuarteando sus torsos,
y los ha firmado
antes de regalarlo.
La cabaña, en algún lugar de la vieja floresta
se rodea con todos los aromas de la vida,
también es de troncos,
en cuyo xilema
el floema aún lleva el amor de la lluvia.
Su puerta abierta
son tapas de un libro que aún se lee,
y sus hojas sirven para hacer origami.
Junto a un sofá de cedro,
tallado con el fuego de sonrisas infantiles,
un hogar de piedra aún tiene el suficiente carbón
como para enviar hacia los cielos,
esas sonrisas,
escritas,
a tecladazos en una antigua máquina de escribir.
El otro camino,
uno nuevo,
el de hoy,
es el mismo camino de ayer.
Sobre el empedrado de una calle cualquiera, por donde la salud y la enfermedad caminan en cualquier dirección. La luz siempre escurre colores diferentes en las vidas humanas y en las vidas de las piedras. Humanos y piedras no son distintos... solo que a algunos de estos, por hoy, les toca ser espectadores. |
|
La vida suena a música
y nuestras alas están abiertas
para volar por la inmensidad.
Todo se nos da,
todo lo tenemos,
todo lo somos.
Nuestro corazón es el cielo
y por él, nuestros aletazos,
llevan nuestros ojos
por la razón de las cosas.
No, ¡no somos humanos!
¡Somos la misma ráfaga
que nutre al viento
a través del ombligo de su madre!
¿Quién viaja por el infinito
buscando una tierra donde vivir?
Nosotros, la esencia de la vida,
que abrirá sus anteras
en el fértil inicio de las eras.
Palpita el corazón de las cosas
donde ojo no ve,
y echa la raíz
y echa el tallo
y echa las hojas
y echa la espora
que eclosionará en la humedad de toda tierra.
Fuerzas masculinas y femeninas dentro del ser humano para crear dentro de sí... Para crear luces.
Las fuerzas masculinas y las fuerzas femeninas crean y vuelven a crear el Universo y dentro del Universo.
La electricidad es el resultado de la unión de una fuerza positiva y otra opuesta.
Las fuerzas maculinas y la femeninas cabalgan sobre dragones.
|
|
|
9.- NIRVANA |
|
10.- CAUDAL |
El caracol de los días,
con su caminata de siglos,
llegando a la cúspide del faro
se ha puesto a atisbar desde un ventanal
que da al mundo entero.
En ese lugar sus ojos son de águila,
la caparazón simple pluma,
y su lubricado pie ya poderosas patas
que sorbe la piedra astillándola, pulverizándola.
Sacude el polvo del tiempo cuando agita sus alas
y allá atrás el cascarón de su madre
es hoja seca con sus caras llenas de glifos
que el aliento humano arrastra sin conocerlo.
Gañe el acero de su pico
y allá atrás queda el lodo que alguna vez masticó,
los trozos de música que arranca al cielo
son sus ahora cálidas entrañas.
Toma la vida que entrega
y los misterios de sus pies recorriendo
la senda ya no de piedra,
sino que de polvo,
es simplemente el arrullo de una paloma.
Mientras caminaba hacia una terminal de buses, en una transitada avenida.
|
|
La savia es el aire de las cosas,
lo negro de la noche,
el agua del remanso,
la dureza de la piedra.
El corazón de la planta sabe
que no existe inmovilidad para sí,
recorre el mundo como una liviana espora
clavando raíces donde la oportunidad
pone alimento.
Las cosas no tienen dueño,
nada tiene dueño,
algunas veces alguna hoja se desprende
de un viejo árbol
y entrando por la ventana de un antro
se afinca allí.
La hoja de una puerta inventa una cerradura
para su propio aislamiento,
y el comprensivo tiempo simplemente espera
que la gomia de la humedad
haga tinta de aquella
para escribir versos permanentes.
Un denso bosque rodea las casas y las calles. El tiempo con su calurosa piel se ha detenido aquí de forma perpetua, y cada vez que se decide por darse un chapuzón lo hace tan solo llegámdose hasta un cercano río que corre por allí cerca.
|
|
|
11.- VERDAD |
|
12.- COMPLEMENTO |
En el fondo de un lago en extinción,
unas enormes patas reptilianas
se detuvieron un momento
para su entorno observar;
la poca agua que aún había,
la que quedaba,
le llegaba hasta las corvas escamosas.
Gritos chillidos y demás expresiones sonoras,
de escamosos voladores,
aguijoneaban la gruesa piel
llena de légamo de nuestro reptil...
El cielo, la tierra, con sus colores edénicos
eran pintados en los ojos atmosféricos de la vida. ¿Cuándo fue aquello?
Cuando los ojos humanos aún enfocaban el entorno
con una mirada del futuro.
Cuando los oídos de la gente aún escuchaba
la ópera de la gestación suya.
Cuando el olfato común aspiraba
los aromas del lodo
donde se formaba cada gen humano,
vapores se levantaban
de la incierta historia escrita apuradamente.
Cuando el paladar normal gustaba,
en los gargueros bramantes de los dragones,
de los fluidos vitales salidos de toda yugular
sea esta planta o animal.
Cuando sus dedos aún pulsaba
las cuerdas cálidas de cada rayo de sol
y de cada lluvia y de cada destello materno
brotado de lo insondable.
Cuando el infinito se reducía
a su simple cerebro,
el sueño infinito de una sola neurona
de grano de arena.
¿Estamos hablamos de los humanos?...
Si es así, ellos ¡son más viejos que... todo lo demás!
En el Valle de los Monumentos de Tinajani. Un coloso formado por la erosión, es decir por el cincel armonioso de la Naturaleza. La perseverancia le dura a esta eximia Maestra, ya, millones de años. Años que en términos planetarios resulta una nimiedad.
Desatino. Si supieras que tengo una saeta en mi bolsillo, me pedirías verlo... y tengo otra en el otro.
El tic, tac, del tiempo. En suma, yo diría que ese sonido es el esqueleto del tiempo. Y allí él, el tiempo, vive sin su ropaje de horas, como una simple saeta colgando de un clavo oxidado..
Te he visto desaparecer en una curva oscura de la banda de Moebius. ¿Qué hay allí que yo no puedo ver? |
|
Sobre las aguas cristalinas de la vida,
danzan dos grullas reales;
sin pasado ni futuro,
todo en presente.
Aletazos van con la sutileza de lo eterno,
zancadas vienen salpicando el sustrato
con la armonía de la vida sencilla,
y el agua con su talento
refleja lo evidente.
El sol empieza coloreando la mañana
y la expansión del cielo se abre por un momento
para mostrar todas sus constelaciones de la noche,
El calor del fogón
habla de un fuego permanente,
la chispa lubricada es la voluntad
que las manos toman y sirven como alimento.
Las resinas sobre la braza
chisporrotean incontenibles
e incendian con sus aromas cada rincón
de lo desconocido.
Vuelan las grullas
sin pasado ni futuro,
solo el presente tiene la extensión
de la monogamia escrita con fuego.
El único camino abierto en el cielo
está reflejado en el agua
y en el lodo marcado por
el ritmo de las patas de las aves
en su música diaria.
Sonríe el polen con la inmensidad de una vida venidera. Hay tanta alegría expuesta...
Y aún no he dicho que soy un diminuto artrópodo, en su camino, y hay dorado polen en todas las direcciones.
Un rayo de sol es una senda que va hacia el horizonte.. Suenan mis pasos allí.
Ellas, las Moiras, pueden llevarte hasta las profundidades del antro donde viven. Mostrarte el fuego que nunca se apaga y que entregan, a gotas, a quién mejor convenga luego de que este lea un pesado libro, tan viejo como ellas. Un fuego prestado que recogerán en cualquier momento.
Tienes que ser amigo de las Moiras para conocer sus razones de acción. Conversar con ellas en el momento en que sus corazones de hueso descarnado, apuntan en dirección de los mortales.
Digo que el nacimiento, el matrimonio y la muerte, están por encima de la decisión de cualquier humano. Tres hechos importantes que la vida entrega despóticamente.
Átropos me ha ofrecido su mirada de vieja cuando me invitó a presenciar un portento. ¡Ella apagó de un soplido, con sus arrugados labios, la chispa vital que un mortal lleva en el ombligo!
He tomado la mano antigua de Láquesis cuando ella enlazaba con hielo y fuego a dos mortales.
He visto a Cloto, dando la vida a un mortal. Colocando con su dedo viejo una chispa vital en su ombligo.
¿Otra vez caminando por las calles de la ciudad de los desatinos?
La vida. Las Moiras en acción. Sus terribles rostros, que nadie ha visto, porque si las vieran... morirían.
Ah, la vida! La enteramente misteriosa.
|
|
|
13.- ALLÁ |
|
14.- BUJÍAS |
El cantero tomó la piedra,
esa piedra que en algún momento estuvo en su zapato;
piedra pulida por una lluvia de muchos años,
de muchos ríos,
de tantos mares.
El cantero la puso en su mesa de joyero,
la piedra que el esmeril del viento arrastró
hasta la puerta del frío y su hastío,
hasta la habitación de la sed y su gelidez.
El cantero talló la piedra,
con la retribución de los ríos que desembocan en su/ corazón,
su soplido lo descostró del óxido,
la linfa de su mirada disolvió su empañez,
y su palabra la pulió a versos.
El cantero volvió a tomar la piedra,
y buscándole un lugar entre muchas otras la depositó,
en la vereda que saliendo de un libro de geografía
se encamina rumbo al telescopio de la astronomía.
Por ese camino pasó su nieto del pasado,
cuadrúpedo aún,
nutriéndose del árbol del que colgaba
como un fruto de carnes amargas aún.
Por ese camino veloz iba su ascendiente del futuro
licuando al cielo con la relatividad de la nada,
con el alma prestada a través de un agujero negro,
y el espíritu reducido a polvo onírico.
Por ese camino él mismo va,
saltando de piedra en piedra,
aquellas que él colocó en esa senda
que no le pertenece,
pues ese camino está construido en la palma
de un niño que juega con tierra húmeda.
Es un momento en que el sol dispara sus dardos luminosos y consume los colores de la ciudad en el albedo que desaparece en todo ojo humano.
|
|
La alegría es una reunión de amigos
cuyos ojos han leído el poemario de la mañana
y sus voces se levantan
como esos mantras llenos de vida
que entran en un corazón
como un pajarillo ahito de amor.
Las manos esas cuando comulgan
en un encuentro de sonrisas
saben que sus ojos destellan un infinito
con la honestidad que solo un niño puede dar.
Madres hay allí
en lo hondo de las entrañas
que llaman por sus hijos,
aquellos cuyos pasos siguen una misma senda
que algunos llaman sabiduría.
Se toman pequeñas porciones de abrazo
de aquel gran almacén
de los días idóneos
y se distribuyen en cucharas de jarabe
sacados de cálices de flores que no se marchitan.
El solaz está en esas chispas
salidas de corazones
cuyos delicados susurros
vienen con la brisa
que la juventud estable
deja brotar de lo inmensurable.
Amigos.... amigos. Varios amigos en una ciudad no muy lejana, en una ciudad llena de historia en cada una de sus piedras. En aquella ciudad que en algún momento fue la capital de un gran imperio.
|
|
|
15.- TALLOS |
|
16.- TAL VEZ |
La matriz que ha parido el cristal para ver el ayer
sublima los líquidos bárbaros
que gorgotean de los caños abiertos
en pinturas rupestres
donde pacen cuadrúpedos rugientes.
La avispa del tiempo
ha cogido el barro cinerario
y con sus mandíbulas ha insuflado ladrillos de cristal
que ha puesto a flotar por miles
en el cielo donde camina.
En el huerto ese,
al nivel de las raíces de cada tronco,
el rugido de un antiguo león
en una prisión de ámbar
intenta romper su duro cascarón de diamante.
¡Claro que sí!, es una semilla en la raíz,
un mamarracho que un niño dibujó
en unas burbujas brotadas
de los ríos de hemolinfa donde nadan
peces, eritrocitos y leucocitos.
Una antigua máquina de escribir
relata esta historia ambientada dentro de cristales
de carbón de un árbol paleozóico.
|
|
Los lagos de sus ojos entre las montañas
están abiertos como aquellas puertas
que dan principio a la tibieza generosa de la vida.
Hay peces allí,
diminutos sí,
con frías escamas,
que nadan entre los presagios.
Batracios que croando traen la lluvia
cuando ella se ausenta
y escriben prosas en el azul del cielo
con el blanco de las nubes.
Alguna mariposa extraviada
de lo ordinario, suele volar
con la higiene de lo sincero
y posarce en una burbuja brillante
salida de la honda agua.
Una libélula volando,
también por esos cielos,
es la que lanzó esa burbuja,
cuando joven,
cuando reptaba por el lodo
masticando los versos del sedimento.
Alegrías allí cuando un negro ditísco
con su tinta disuelta en una pluma de gaviota
dibuja balsas capitaneadas por caracoles.
Música de sikuris, en un espacio repleto de casitas de piedra construidas por la costumbre. Ellos, los que se atreven a rezarle a sus apus y auspiciar lo venidero con dádivas que lanzan sobre esas construcciones que las manos de sus "propietarios" construyen a la suerte.
|
|
|
17.- RUEDA |
|
18.- LOCOMOCIÓN |
Una calle de muchos caminos
está abierta a tantos trajines.
Pies van y vienen,
las pisadas de ayer de hoy y de mañana,
dejan huellas
en la piedra caliente de todas las intenciones.
Es posible distinguir a los dueños
de todas las pisadas
dentro de una misma huella.
La huella única
que lleva una historia y todas las demás
aún continúa su trajín.
Una puerta abierta a la calle
permite que esas pisadas
entren a su oscuro interior.
Simplemente hace falta
encender la luz.
Una raíz con sus raicillas bebiendo el agua, nutriéndose de ella.
Una aventura como muchas otras historias.
|
|
Cada esfera que sale de tus manos
va rotando y trasladándose
como un simple destello
a través del violáceo cielo
de más acá de la matriz de las cosas.
Es el polen en las patas del viento,
viajando hasta lo inaccesible de la raíz de la vida;
no hay distancias para esa palabra encargada
que debe florecer en el surco húmedo del tiempo,
en cualquier distancia.
Es la gota de agua
disuelta en la savia encausada dentro de la dura roca:
de su corazón a su cerebro,
de su cerebro a su simiente;
húmeda respira un poco más allá donde vive el alma.
Es el trozo de fuego,
que calma la sed del hielo;
ni frío ni caliente es el nido donde la semilla encuba,
entre las nervaduras negras del árbol de las tinieblas
toma su sustento: los bocados de fuego
que su corazón necesita;
ayer le era necesario el hielo para dormir,
hoy necesita de más fuego para mantenerse despierta.
La vida, hoy,
tiene los ojos abiertos.
Hay soles rojos, en el espacio. Hay soles de todos los colores destellando chispazos de alegría en los ojos.
¡El néctar atiza las alas del colibrí!
|
|
|
19.- ROCA |
|
20.- CARDINAL |
Un pedazo de tiempo
amarrado al tronco de un árbol.
Sus saetillas detenidas,
más tarde de haber galopado
por la praderas de los engranajes,
con las crines sueltas al viento.
Sus cascos,
tantas vueltas habían dado al mundo,
con herraduras,
con clavos,
con riendas.
El mundo es una linea recta,
y así en algún momento termina,
terminó.
El árbol,
ese candado cerrado,
y siete llaves hacen falta para abrirlo,
enmohecido como un minuto,
o como una hora,
o como un día,
o como un año,
todos estancados
en sus rótulas oxidadas.
Un pedazo de tiempo,
sin cuerda.
Tantos lo jinetearon
corriendo de un instante a otro,
de un minuto al siguiente,
en una estampida tras el tiempo.
Los engranajes aceitados,
acumularon lodo con los yacientes minutos,
y formaron cuñas con los cúmulos de horas estancadas
y un aluvión con las montañas de días sedimentados
en la inercia.
El mundo es un círculo,
y así en algún momento no termina,
no terminó.
El árbol,
esa cerradura puede ser abierta de nuevo,
girar los goznes de las siete llaves,
desenmohecer los minutos,
o las horas,
o los días,
o los años,
todos rodando de nuevo
en sus rutilantes rótulas.
Un carruaje sin los caballos que lo muevan. En el pesebre no hay caballos.
|
|
Estaban ellos en lo alto de la montaña,
sonaba el viento en la boca de las zampoñas;
en su cielo el sol flameaba como un globo
golpeado por las ráfagas sonoras;
las demás montañas del rededor
veníanse a danzar al compas del estruendo de los bombos.
La gente,
en día festivo,
rodeaba el escenario construyendo edificios liliputienses:
la maqueta de piedra del propio hogar.
Había que hacer la casa
tan alta como los sueños.
Por momentos arreciaba la tempestad de antaras,
raudos vientos remolineaban las bases de la montaña,
intensos vórtices de energía
temblaban con los perfiles de la montaña.
Había niños correteando al extremo
de cometas de sueños cromáticos.
Urdida ya la calma,
sordo a todo sonido que no sean ellos,
hombre y mujer estiraron las manos y las cruzaron.
Los caudales de sangre en sus arterias
convergieron en el mismo mar.
Y la intemperie, simplemente,
se dio un descanso,
era prescindible por el momento,
brillaba el sol.
Vi la escena, y tan rápido como un rayo mi cámara hizo clic. |
|
|
21.- TECLADO |
|
22.- OLA |
La lluvia siempre disuelve al tiempo,
y hoy ha formado charcos con él;
antes sus ácidos lo han desmenuzado,
creando rostros en cada piedra suya.
Pisadas de pies desnudos
hay en la orilla de cada charco,
y rostros en cada espejo líquido;
pies y rostros del viento
y de esas caras de piedra, disueltas.
El tiempo yace por tierra;
sus lomos de montaña,
donde la noche,
con toda su tinta negra,
también corrosiva,
cabalgaba hacia el amanecer
se ha disipado;
salvo que permanece
en los causes aún negros
en la vastedad de la orografía.
Legajos. Los pasos de tortuga que van hacia el poniente.
|
|
Vienes de las profundidades,
de la inmensidad.
El corazón de las alturas y
las entrañas de los abismos
son el mismo corazón que te parió.
Suspiros no hay en esos interiores;
el cielo y el infierno son sinónimos aquí,
tierras abiertas y extensas de lontananzas.
Las oscuridades aterran tanto como las luces
de sus cielos y de sus infiernos;
ambos oscuridades y luces,
lucen sus fanales colgados del cielo
a la vera de los derroteros.
Hubo tiempo de marchas rápidas,
y momentos de caminatas lentas;
en ambas los vientos usaban ondas extensas
machacando las superficies líquidas y sólidas
en su devenir.
En la lejanía no hay diferencia,
la diferencia está aquí donde los pies se hunden en su vaivén,
líquido o sólido vaivén.
La erosión suena a misterio
a acantilado disuelto.
El torbellino que remolinea las ramas de la alta montaña.
|
|
|
23.- ACUARELA |
|
24.- MIS OJOS Y OÍDOS |
Abrió los ojos,
miró en torno,
y vio que el mundo es inmenso
como nunca lo había conocido.
Eclosiono ayer,
rompiendo su primer mundo a fuerza de voluntad;
no existía una puerta por donde salir
pero había sido colocado allí no por el azar.
Miró su desnudez,
que encontró vestido con caro atuendo,
el primero que todos traen.
Cuando llegó la tarde,
estiró sus extremidades más poderosas,
se arrastró hasta el borde de su nuevo mundo;
y toda su erudición,
aún guardada en un libro cerrado,
no pudo contener su atrevimiento.
Cayó,
se hundió en lo que no conocía;
si esto hubiera sucedido días después,
cuando el viento le hubiera entregado sus dones,
hubiera volado.
Ahora el azar le ha abierto todas sus puertas,
excepto una...
El agua pinta las calles, con gotas de color. Un paraguas, es un pincel cargado, buscando el lienzo.
|
|
El mullido lecho me arrulla.
Mi fiera anatomía ha apagado sus fuegos;
mis bíceps son la lluvia que descansa en la hoya;
mis pantorrillas son la roca pulverizada de junto al/ mar;
mi corazón es el viento que descansa en la rama/ inmóvil;
mi cerebro el titilar de las estrellas con el sol al/ medio día.
La ruda materia de mis huesos es la del hierro de la/ guerra.
Pero hoy está en paz,
es el hierro de la sangre del cristalino río,
es el hierro abrazado a la fértil tierra,
es el hierro allende en el infinito de la memoria.
Soy la idea rondando la pétrea rigidez de la piedra.
Y no me decido por regresar a esta, la piedra,
porque si lo hago me convertiré en ella,
y mis límites muertos abarcarán el infinito.
Entonces mis remos pisarán la yerba
que jamás volverá a crecer.
La siesta.
|
|
|
25.- LEVANTE |
|
26.- BAJEL |
Un cóndor es un fuego volando por el cielo,
un cometa con una larga estela,
una esfera orbitando el mundo.
Los camélidos siguen su vuelo,
en sus ojos,
es el fuego que despierta en el horizonte.
Ayer,
tan solo ayer,
el alma de los camélidos que aún no había nacido
temblaba de enigmas.
Allí, frente suyo, estaban lo megaterios,
los colosales mastodontes,
los pétreos gliptodontes,
y todos sus amables vecinos.
Ayer,
tan solo ayer,
la carne de los abuelos de los camélidos tremolaba
entre los dientes de sable,
de los filosos picos de las aves del terror,
y de todos sus repulsivos vecinos.
Los ojos de los devoradores,
precavidos,
cerraron antes de ver a los de hoy.
Dientes, garras y picos,
cavaron su descanso
estremecidos por el espantoso aspecto del sapiens.
Hoy,
todos son devorados por el amanecer.
El amanecer no es un atributo de la naturaleza, es una capacidad de los ojos que lo ven.
|
|
Una flor es una nave en su mar,
navegando en la inmensidad de un libro abierto.
Ha salido del lodo,
de las honduras del sedimento,
donde los tiempos han dejado sus huesos descarnados.
Toda la filosofía que los cerebros han amasado,
se ha hundido hasta los negros huecos
de los corazones ictuosos;
todo el amor que los corazones han sentido,
ha caído hasta el humus de las nauseas
en una avalancha de sesos isquémicos.
La flor, ha transformado toda esta descomposición,
en perfume,
y la deja ir en oleadas aéreas y acuáticas.
Las anclas desechadas,
el límite de la inspiración,
han dado con su humanidad en el mismo aroma del/ limo,
y hoy la quilla está hecha de sus huesos mustios.
La nave: el lirio de agua,
con los pétalos inflados por los vientos,
se desliza fiel a los mandatos de la musa.
Calíope, Clío, Euterpe, Erató, Melpómene, Terpsícore, Urania, Talía, y Polimnia.
|
|
|
27.- AROMA |
|
28.- LEYENDO |
El eje donde gira el día.
Es un pedazo de palabra que suena
cuando el aroma camina,
taconeando,
sobre una hoja de papel escribiéndose;
una palabra
que luego es seguida por otra
y otra.
Palabras que puedo leer en un libro,
o escucharlas en un concierto
o verlas cuando el sol da color al mundo
o saborearlas con el cielo sonando en la lengua.
Canta allá afuera el pajarillo
con su cuerpo de vientos,
diluido en un mar turquesa
como la misma savia que susurra poemas
en el oído del amor.
Más no se puede pedir,
es la vida caminando en el propio corazón.
Las veredas tienen ojos. Los caminos tienen ojos. Las paredes tienen ojos.
Ojos, múltiples ojos. Infinitos ojos.
Los minutos, tienen ojos. Las horas tienen ojos. El día, tiene ojos. Ojos abiertos; ojos pensantes, ojos soñantes, ojos cálidos, ojos tibios, muchos ojos; ojos perdidos en la inmensidad de la exultación.
|
|
La realidad de las cosas
son simples sombras caminando
como las manecillas de un reloj.
Allá va el mundo
con sus apuros,
con los monederos llenos de minutos,
para gastarlos en cosas que no se ven.
El rostro conocido
no es diferente que el del desconocido.
La voz recién conocida
no tiene rostro.
El cielo es una ilusión
tan igual que las aves
que migraron al tintero de la noche.
Las aves y todos los cantos
saben a recuerdo,
y si surgiera un gorgorito nuevo
tendría el cuerpo con todas las plumas del mundo.
La niebla cotidiana,
está alrrededor de sus pasos,
la lleva adonde va.
Alguna vez ha retirado esa cortina,
y por una esquina de sus ojos
ha filtrado cierta luz
y se ha permitido leer un libro
o contar unas monedas.
Un señor, con cataratas en los ojos, camina con todos sus sentidos abiertos. Ha memorizado cada paso de cada calle y las conoce al dedillo. Algunas veces se ha caído, cuando la calle ha cambiado...
La calle nueva, es una aventura exigente.
|
|
|
29.- PERIHELIO |
|
30.- AYER |
Una gota de agua
en el momento de golpear un remanso.
La simple explosión de una llamarada solar
cuya vitalidad acerca lo nimio
con lo importante.
La flauta ha tomado el compás de los latidos
y partiendo del silencio
ha llevado su música
por los rincones donde solo la sangre sabe.
Una gota de agua
en el agua,
donde el libro sumergido
deja escapar todo su texto.
Flotan las palabras
y húmedas se llegan hasta todas las orillas
en tsunami.
La llamarada que consume con un fuego
toda palabra que el mar ha depositado
en la piel de las rocas
y lo sublima en las raíces
de las aves marinas y de los crustáceos.
La flauta escrita en la arena suena
a libro cuando se lee.
La danza es el mismo torbellino, que arrastra dentro de sí a las horas y los minutos junto a las cometas de papel. |
|
Llovían gotas de tiempo,
gotas en un reloj de arena.
Gotas,
erosionando la piel,
toda piel,
humana y no humana
dentro del reloj.
Gotas tempestuosas.
La lluvia dio origen a un río
que se escurría,
tumultuoso
como las dunas
arrastradas por el viento,
hacia un mar
donde nadaban manecillas
de otro reloj.
Una barca sobre este remanso
en la que bogaba un pescador
arrojaba su red
buscando manecillas.
Tinajani. Llovía entonces. Se fue la lluvia. Permanecían mis pasos adentrándose en el valle donde el tiempo hizo una réplica suya... |
|
|
31.-SIMBIOSIS |
|
32.- DESDE LA RAMA |
La mano que se levanta
para tomar otra,
ambas sutiles feromonas.
La mirada
que enfoca otra mirada
solo para ocelos,
una para tal.
La palabra
que suena en los oídos esperados,
versos estridulados.
El corazón
que palpita junto a otro corazón
con su tum tum de hemolinfa.
La nervadura de la corola
instilando en el mismo cáliz
la misma gota de las nubes.
Un suspiro, tras la rama
cuando cada hoja
se convierte en pajarillo.
Un canto, tras el sonido
de cada tecla de piano pulsado
en la garganta de la antara.
Una grada y otra...
de lo diminuto a lo grande.
De lo abstracto a lo tangible.
Tú Dios, es su Dios. |
|
El tiempo es una gota de agua,
en tus manos.
Una gota de agua,
que dejas caer en un océano;
esa gota que cobijó
toda vida.
Líquida palpitaba en tu palma
con los corazones del infinito.
El tiempo muere,
la gota muere,
ajada ya de misterios;
vuelve la eclosión
al huevo que lo parió.
Ese océano bebe a la gota;
ha bebido ya a otras gotas,
tantas otras gotas
que su memoria no las alcanza.
Nona, dio vida a esa gota,
Décima, dio la extensión a su vida;
Y tú, Morta, la acabas de cortar.
Nona, tejerá otra gota;
siempre es así.
Simplemente su mirada va de izquierda a derecha, o viceversa; va de aquí para allá...; va a todas partes, líbremente. Su mirada viaja en todas las direcciones, supliendo sus carencias. |
|
|
33.- ESPORA |
|
34.- PACIENCIA |
No hay viento que levante esta semilla. Pesa tanto la inercia en ella que solo la lluvia podrá darle movimiento. Y el agua no estará presente en el ojo del tiempo solo hasta cuando escurra una lágrima suya sobre el sépalo del día nublado.
Una luz encendida cuando no es necesario;
en invierno
suele señalar la distancia
del camino que lleva hasta la despensa
del cerillo.
Tantos hermanos tuvo, tantos que los sabe tan lejos. La misma camada que los días colocaron en barquitos de papel para bogarlos en la corriente de los sueños. Alguna lluvia de decisiones levantó tanto el caudal de las aspiraciones que encontró amplio el horizonte como un libro muy grueso y aún en blanco.
Voló en el paraguas que su madre ideó.
La danza de la lluvia
suena en sus oídos,
y es el recuerdo del fuego
que necesita para cocinar su alimento.
Nada espera. Nada busca. Es la misma naturaleza soplando en el velamen del amanecer, para surcar el inmenso páramo de sus propias reflexiones. La piedra arrastrada por el aluvión de las reflexiones yace en el rincón de un cofre, algún dije será pulida para calzarla.
La voz del eco ha caído,
luego de golpear la montaña.
Es el papel tan aplastado y escrito,
que rodando
le ha sacado chispas a la lengua
que debe hablar. |
|
Una ráfaga de música
con acento femenino
se desplaza en torno de una colosal flor.
En un pétalo de los tantos
que flotan sobre la cordura del sonido
una diminuta criatura
está sentada inmóvil.
Sus ojos hundidos en las mutaciones suyas
convierten a esa música
en fluidos que su sangre necesita
para viajar a la inmensidad de su mismo corazón.
¿Silencio? ¿Paz?
¿Quién dijo que el dinamismo
del amor es silencioso?
Ruido inmenso hay,
metamorfosis incalculables,
luces intensas que ningún ojo conoce
porque la ceguera sería la consecuencia.
La sangre bulle en su crisol
de entraña planetaria,
allí donde el fuego
funde toda iniciativa propia
y la alea con una iniciativa diferente.
¿Quiero un metal cuantioso?
¡Pongo ambas iniciativas sobre la llama intensa!
¿Quiero joyas?
¡Pongo ambas iniciativas sobre la llama intensa!
El fuego transforma.
La isla, de en medio del lago, es un elemento imprescindible del panorama y lo será durante mucho... mucho tiempo más, la orogenia tiene sus propios planes y los humanos no lo pueden modificar..., ¿o sí?
Una virtud es una joya. Y para gestarla y nacerla se necesitan de las fuerzas internas que dan vida.
La vida es el producto de dos fuerzas.
Dos fuerzas necesita la naturaleza para crear.
Dos alas necesita el viento para volar. |
|
Reservados todos los derechos.
Copyright © Raúl Huayna |
|
Volver a la página anterior |
|
|
|
|
|