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ANAQUEL
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Actualizado: Sábado, Abril 5, 2025
   
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Anaquel

ANAQUEL DE TEMAS PUBLICADOS

 
IN ODORO
 
 

Estoy escuchando, en este momento, el Bolero de Maurice Ravel. Con esta música me traslado a un lejano tiempo... Mmm, no tanto, unos treinta años atrás. Allí, en un día soleado, me veo en una isla del Lago Titicaca. Mis ojos enfocan las limpias aguas de una orilla ancestral, el suave lamido de las olas tiene un contento que parte de mi interior.

La naturaleza, en su plenitud, siempre me ha llevado hasta el límite del infinito... en una meditación automática. La isla, para mí, se convierte en el centro del Universo. Mis interiores musitan poemas de una calma absoluta y para mis ojos desaparece todo el entorno en una dimensión de la más pura música. Cierro los ojos.

¡Oh, dios!, la fragancia de la naturaleza se puede inhalar, no con el simple olfato sino con un sentido más sutil, y mis pulmones, no físicos, se ensanchan ilimitadamente...

La vida me permite darle un agradecimiento permanente, pues yo trato a la vida como si fuera otra persona... sublime, magna. Una persona con la que se puede conversar amigablemente. Me gustaría que estos momentos fueran permanentes, continuados ilimitadamente, pero no puede ser así, y sabiéndolo así después de unos momentos abro los ojos.

La realidad del entorno me dice que tengo que desandar el camino, volver hasta el rústico patiecillo donde dejé a mis amigos unos momentos antes.

Somos un grupo de muchachos que ha ido hasta la Isla Taquile para hacer música. Un señor que vive en esos lugares exóticos y de ensueños legendarios, nos contrató para amenizar un evento importante para sí y para la comunidad donde vive.

Desde nuestra llegada a la isla, unas dos horas atrás, nuestras zampoñas, junto con los indispensables bombos, han sonado ya varias veces. La armonía musical nuestra, se ha extendido como un manto saludable de energía, empezando del rústico patio hasta la misma orilla del lago, y ya, sin límites, se ha ido flotando con las olas...

La gente, algunos de los contados habitantes de la ínsula que ya están familiarizados con los instrumentos musicales y la música que llevamos, pues, en su terruño de ensueños también hay un grupo musical pero con algunas diferencias melódicas, espectan nuestras acciones.

Damos múltiples vueltas en torno a un centro imaginario soplando las boquillas de nuestras antaras. Los músicos que llevan los bombos golpeán rítmicamente sus instrumentos de percución. Hay danza nuestra de por medio, una danza suave, cadenciosa como la del viento. Invertimos el giro, de cuando en cuando.

Tenemos un repertorio de numerosos temas musicales, todos oriundos y con la sutilidad de los Andes. Varios temas han sido creados por los mismos integrantes del conjunto y algunos otros provienen de autores diversos.

El señor que nos llevó hasta esos agradables lugares del lago, departe bocadillos de comida, golosinas, bebidas alcohólicas y gaseosas. Los músicos consumimos estas ofrendas; algunas de ellas durante el concierto y otras en los descansos.

En un descanso de esos, llega a mis manos una botella de agua gaseosa. Y yo, sin preguntas previas, me llevo su contenido a los labios y bebo unas grandes bocanadas, como las que haría un náufrago rescatado: estoy sediento. "¡Horror!", gimo. "¿Qué es esto?" ¡Una monstruosa sensación de metal líquido desciende quemando mi esófago!

Resulta que me dieron una botella con licor puro y lo hicieron de manera premeditada. Me jugaron una broma.

Ellos, mis amigos de orquesta, saben que yo no bebo más que agua, y también gaseosa pero no de manera usual. Entonces quisieron hacerme una chanza y como les resultó, lo celebran con un concierto de carcajadas. Mientras tanto, el quemante líquido atraviesa el cardias y llega dolorosamente a mi estómago vacío.

¡Olfato mío!, ¿porqué no me acudiste en el momento que más te necesitaba? ¡El olor del licor es fácilmente distinguible!... ¡Ah, ya sé!, estuviste embotado momentáneamente, porque el viaje, el olor poco habitual de la gasolina y del lago, además de un insipiente catarro, en connivencia, fueron la causa del error. ¡Espero que en el futuro no me falles más!

¿Qué sucedió después? Me dicen que estuve muy alegre...

 
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La naturaleza, en sí, es nuestra propia naturaleza. Todo lo que vemos en nuestro entorno cercano y en el lejano, lo tenemos dentro nuestro. Sí en nuestro interior hay miedos y dolores, allá afuera, pondremos de nuestra parte destrucción y muerte. Un interior lleno de amor y cordura, entregará paz y salud.
 
Cada acontecimiento nuestro no es otra cosa que Filosofía que se escribe constantemente gracias a aquella fuerza permananente que nos empuja a actuar, fuerza a la que llamamos vida. Todo lo colocado sobre la superficie del planeta en que vivimos actúa de acuerdo a las lineas escritas desde un principio por la genial mano de la vida. Además, podemos añadir, aquí en este libro de la vida, algunos versos propios, versos que pueden fluir líbremente como el agua; allá calmará la sed o se convertirá en la atmósfera que respirarán otros seres vivos. Es posible desmenuzar estos versos, pulverizarlos en pigmentos y con ellos untar sublimes telas.
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